La dieta cetogénica o keto ha demostrado claros beneficios y evidencia sólida en la pérdida de peso (principalmente de grasa corporal), enfermedades cardiovasculares, control de enfermedades metabólicas (como resistencia a la insulina o diabetes tipo 2) así como epilepsia. De manera emergente se ha estudiado su efecto y beneficios en el tratamiento del acné, síndrome de ovario poliquístico, enfermedades neurológicas, trauma cerebral, enfermedad de Parkinson, esclerosis lateral amiotrófica y cáncer.
La carcinogénesis es un proceso muy complejo que implica múltiples cambios en el DNA (mutaciones) y alteraciones celulares que llevan a un crecimiento y diseminación incontrolados de células. Actualmente sabemos que la elevación de la insulina, glucosa y la inflamación crónica pueden influir en el proceso neoplásico y que el consumo de cierto tipo de carbohidratos en exceso (azúcares simples principalmente) es un factor determinante para que estas alteraciones se presenten.
Existe evidencia científica que apunta a que la dieta cetogénica o keto puede reducir el avance de ciertos tipos de cáncer, mejorar la calidad de vida de los pacientes en tratamiento con quimioterapia y reducir los efectos adversos asociados a la quimio.
Todo apunta a que, mejorar la composición corporal de los pacientes (reducir la grasa corporal y mantener adecuados niveles de músculo) sumado a que, con la dieta keto, las células tumorales tienen restricción de glucosa, así como la reducción y regulación del efecto de la insulina en el crecimiento tumoral, resulta muy prometedor como un apoyo a la terapia contra el cáncer y merece una investigación más profunda.
Un estudio realizado en la Universidad de Cambrigde en el que se combinó dieta cetogénica, ayuno intermitente y suplementación en pacientes con diversos tipos de cáncer (hígado, riñón, cerebro, mama, pulmón y colorectal), demostró que tras 90 días de intervención había reducción significativa del tamaño tumoral.
Mientras que un estudio más realizado en la Universidad de Alabama revisó el efecto de controlar los niveles de insulina y glucosa, así como la pérdida de grasa (sobre todo visceral) a través de una dieta cetogénica como un factor que mejora el pronóstico de las pacientes con cáncer ovario y endometrial ofreciendo resultados prometedores al respecto.
Un estudio más realizado en pacientes con cáncer metastásico de pulmón con quimioterapia estándar y dieta cetogénica mostró disminución significativa en los efectos adversos debidos a la quimio, mejora en la calidad de vida e incremento significativo del tiempo total de sobrevida, en comparación de aquellos que sólo recibieron el tratamiento convencional.
En relación a cáncer de páncreas, se ha encontrado también evidencia al mejorar el control de síntomas, efectos secundarios y mayor calidad de vida en aquellos que recibieron tratamiento conjunto de quimio y dieta keto.
En cáncer de mama, un estudio comparativo entre un grupo que siguió dieta cetogénica junto con la quimioterapia y uno que recibió solo el tratamiento con quimio demostró un control de peso y pérdida de grasa en las pacientes en dieta keto asociado a una mejor calidad de vida durante el tratamiento y mayor supervivencia total, sin añadir además efectos adversos derivados de la dieta; en el grupo con tratamiento estándar habían muerto el 40% de las participantes a los 2 años, mientras, en el grupo que siguió la dieta, todas seguían vivas a los dos años.
Aunque el mecanismo completo por el cual las dietas cetogénicas mejoran las condiciones oncológicas aún no se ha dilucidado, su eficacia clínica potencialmente es una excelente opción como terapia coadyuvante, dependiendo de la situación y el alcance de la enfermedad. Ciertamente, la evidencia actual apunta a que se sigan llevando a cabo estudios clínicos para validar y alinear el papel potencial de beneficio que este plan nutricional pueda ofrecer en los pacientes con algunos tipos de cánceres.
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